Con su abrigo de plástico rojo
adornado con costuras de los tiempos de la transición española, apoyada en la
pared de la estación del tren, como siempre, con el pelo sucio y raquítico que
tenia,, recogido con una cinta de goma verde, miraba a la gente, que
prácticamente era la misma todos los días, esperando que alguien le hablara
pero como siempre, nadie le decía nada, todos en el pueblo la conocían, era la
Magda , nadie le decía su nombre completo de Magdalena, pero eso ya no le
importaba, estaba acostumbrada.
Se pasaba el día yendo y viniendo
a Xativa, llevaba bolsas plenas y las volvía vacías y al contrario también, tenía
una edad indeterminada entre dieciocho y veintiocho porque con la forma de
vestir que usaba y los pelos “desagriñados”, era imposible saber su edad, Magda
vivía a las afueras del pueblo en un barrio pequeño de diez casas hechas por
los mismos propietarios en los años cincuenta, cuando la emigración dentro y
fuera de España era la única salida para millones de españoles.
Su padre siempre iba en una
bicicleta de las primeras que inventaron y se paraba a hablar con ella donde la
encontrara, a mi me daba la impresión de que la controlaba, jamás iba con su
madre ni se les veían juntas, su madre era la típica mujer del campo que vivía
mejor en la casa del barrio ese en mitad del campo que dentro de la ciudad, de
las personas que salieron de su pueblucho y nunca se adaptaron a la ciudad,
quizás también fuese porque eran tan pobres que la gente los rechazó desde el
principio.
Magda parecía que sicológicamente
no estaba bien pero era debido a la forma que sus padres tuvieron de criarla,
sobretodo su padre que en la vieja bicicleta llevaba un capazo donde entre
otras cosas siempre había una botella de vino ó mejor dicho un tetra-brik con
el vino más barato que había. Desde muy pequeña aprendió que la vida era muy
dura, desde los once años su padre abusaba de ella sexualmente, un día su madre
los pilló en la cama y le dijo a ella de toda clase de insultos, puta, zorra,
perra que ella tenía la culpa de provocar a su padre, desde entonces dejó de
hablarle a Magda, como si no existiera en la casa, porque su madre la quería
echar de la casa pero su padre le dijo que no.
Nunca fue al colegio, porque un día
que fue, los niños se reían de ella, por eso ella prefirió ponerse a hacer
recados a las personas mayores que le daban una propina y que su padre la
controlaba para que se la diera a él, y así transcurrió su infancia, entre la
indiferencia de la madre y las palizas del padre, para ella eso llegó a ser una
vida normal, porque las personas nos acostumbramos a lo más inverosímil, aunque
creamos lo contrario y si es desde pequeños aún más porque ella se dio cuenta
que si le hacía caso en todo a su padre, no le pegaba y también la buscaba
menos para la cama.
Hay personas que las hacen ser
adultas antes de tiempo y quedan marcadas ya para toda la vida y la mayoría, de
mayores siempre serán muñecos rotos.
Con quince años Magda se acercó a
su padre y le dijo “papa estoy preñá”” ¿qué? tú estás loca, te dije que no
dejaras de tomarte la pastilla, serás mamarracho” diciéndole todo esto se
levantó y comenzó a pegarla, pero ella salió corriendo, él cogió su bicicleta y
se fue a ver al único amigo que tenia, un hombre de su misma edad que tenía una
caballeriza de cuatro ó cinco caballos que los sacaba en las fiestas del
pueblo, aparte por supuesto tenía su campo de naranjos como mucha gente.
Comenzó a buscarlo por toda la
finca hasta que lo encontró arreglando la herradura de un caballo “Manolo” “qué
pasa hombre” “tengo a la Magda preñá” “que no se tomaba las pastillas” “ella
dice que si” “Y ahora que vas a hacer” “ a eso vengo a que me aconsejes” “ si
la llevas al médico ó al hospital se va a descubrir todo el pastel”” ya lo sé
Manolo, no me asustes más” “ hombre se podría hacer una cosa, pero a cambio me
lo tienes que agradecer” “ si se soluciona tú pídeme lo que quieras”” hombre ya
que la tienes preñá me la podías dejar un rato para mi” “ ah,,, era eso, cuando
tú quieras sin problema”” pues entonces el viernes que mi mujer se va al
mercadillo me la traes a media mañana””vale, ¿pero la solución?” “tu déjame a
mi” y así quedó el asunto.
Magda notó que toda la semana su
padre la trataba con más normalidad de lo habitual y tampoco había ido a
buscarla a la cama, empezó a pensar que por fin la estaba dejando de acosar
hasta que llego el viernes por la mañana y su padre le dijo que se duchara y se
pusiera algún vestido mejor, ella creía que la iba a llevar a algún sitio,
(como era la feria de Xativa) y se puso contenta “¿Dónde vamos?” “ya lo veras,
no preguntes tanto”.
Comenzaron a caminar bajando
hacia el rio, él montado en su bicicleta y ella andando, cuando llegaron al
cruce tomaron a la izquierda “por aquí no se va a Játiva” “ y quién te ha dicho
a ti que vamos a Játiva “Magda comenzó a pensar que algo malo le esperaba, que
la ducha y el vestido eran para otra
cosa, pero no podía adivinar el qué, hasta que llegaron a la finca de Manolo y
a la entrada su padre la agarró del brazo y le dijo “haz todo lo que Manolo te pida,
obedécele en todo, sea lo que sea, si te portas bien con él nos ayudará con el
embarazo.
Su padre se fue y ella comenzó a
caminar hacia la casa como animal que va al matadero, no se atrevía a salir
corriendo por miedo, ya tenía quince años y sabia lo que Manolo quería con ella,
cuando llegó a la puerta de la casa, él la agarró de la cintura “vamos al
pajar, estaremos mejor” eso era por si una casualidad su mujer volvía antes de
tiempo, pero claro a ella no se lo dijo, nada más entrar en el pajar comenzó a
desnudar a la estatua de mármol en que se había convertido Magda” por algo de
tú parte ¿no?” le dijo Manolo y ella simplemente se recostó sobre la paja.
Cuando Manolo satisfizo sus bajos
instintos comenzó a vestirse, ella enseguida hizo lo mismo y cuando se marchaba
le dijo Manolo “dile a tú padre que el viernes tenéis que venir los dos y hasta
entonces tomate estas yerbas por la mañana y por la noche” Magda no comprendía
nada pero ella lo que quería era salir corriendo de aquel lugar, mientras
caminaba hacia su casa los ojos los tenia llenos de lágrimas pero no soltó ni
una, como un acto de coraje hacia ella misma y para no darles ese gusto a sus
padres.
Cuando llegó a casa le dijo a su
padre que ella no quería tomarse esas yerbas y entonces el padre le pegó una
tremenda paliza, mientras estaba tirada aún en el suelo su madre le dijo
“encima de puta, tonta” y se echó a reír, tanto para ser padre como para ser
madre se debería hacer un examen de aptitud de paternidad, se ahorrarían muchos
sufrimientos.
A la semana siguiente el viernes
su padre la agarró del brazo y se fueron a casa de Manolo, tal como habían
quedado, cuando llegaron había otro hombre que no conocían “Manolo este es
Eusebio, el veterinario” Magda comenzó a temblar porque algo le decía que estaban
preparando le alguna cosa mala.
Nada más entrar en la casa el
veterinario les dijo “¿sabe alguien que estáis aquí? ¿Te has tomado las yerbas
todos los días?”Magda no contesto, estaba petrificada, con la cabeza hacia
abajo y pensando en lo mismo que siempre pensaba cuando su padre le pegaba ó
abusaba de ella, se veía ella saltando entre nubes blancas, con un hermoso
vestido blanco y recogiendo amapolas rojas para hacer un ramo, su padre si
contestó” no se preocupe señor que nadie sabe que estamos aquí y yo me he
encargado de que se tomara las yerbas” “ vale, échenla sobre la y tráiganme
varios cojines y una sábana” cuando le trajeron todo lo que pidió les dijo
“ahora déjenme a solas con ella, si necesito ayuda ya les llamaré”.
Su padre y Manolo salieron al
comedor y se pusieron a beber, al rato comenzaron a oír a Magda gritar, con un
grito de dolor y cada vez más fuerte, hasta que cuando mayor eran los gritos de
golpe se dejaron de oír, un buen rato después salió el veterinario con las
manos ensangrentadas “¿Dónde me puedo lavar? Ahora está mareada, cuando se
despierte comenzara de nuevo a gritar” se dirigió al padre sacando un frasco de
pastillas “tome, que se tome una cada ocho horas, ah y una cosa si hay
complicaciones ustedes a mi no me conocen” “no te preocupes Eusebio con ellos
no habrán problemas” le dijo Manolo.
Esa noche la pasó en casa de
Manolo, cuando se despertó el dolor era inmenso, estaba totalmente mojada en
sudor, temblaba como un flan, pero de su boca no salió ni un solo quejido, se
refugió en su sueño salva vidas, aunque no podía retener las lágrimas que le caían
por su rostro a su pesar.
Pasaban los días y Magda no
paraba de sangrar, su padre no sabía qué hacer, se fue a ver a Manolo y a
contárselo” ¿pero se está tomando las pastillas que le dio Eusebio?””Sí, claro
ya lleva dos cajas” “y si está tan mal ¿porqué no la llevas a las Hermanas? La
dejas en la puerta ó si quieres te inventas algo para dejársela a ellas”” ¿y si
habla y lo cuenta todo?”” pero no dices que está tan mal, si desde el viernes
no ha parado de sangrar esa se va a criar malvas”” ¿tú crees?”” claro hombre”.
Las Hijas de la Caridad era un
convento que estaba en un altozano a un kilometro del pueblo, los más pobres
cuando tenían problemas siempre acudían a ellas, todos las conocían como las
Hermanas lo tenían como una norma del pueblo de toda la vida, un día a las seis
de la mañana antes de que amaneciera su padre la montó en la bicicleta y
enfilaron hacia el convento, cuando llegaron la bajó y la apoyo sobre la puerta
y llamó con el pomo antiguo que había en la puerta y salió corriendo con la
bicicleta.
La hermana sor Angustias al abrir
la puerta se le cayó encima Magda, grito pidiendo ayuda y salieron otras
hermanas y la ayudaron a entrar al convento y la llevaron directamente a la
enfermería, la hermana superiora sor Juana llamo por teléfono al médico que no
tardó mucho en llegar porque la superiora le dijo que era muy urgente.
Cuando llegó el médico fue
directo a la enfermería, al ver a Magda, supo enseguida de qué se trataba “sor
Juana usted quédese conmigo, las demás salgan y déjennos solos” mucho tiempo
después salieron y el médico dijo “si vuelve a sangrar me llaman enseguida,
ahora déjenla dormir hasta que ella sola se despierte”.
Magda estuvo todo el día
durmiendo y con pesadillas, sudando un sudor frio, sor Juana se asustó y volvió
a llamar al médico, cuando llegó el médico “¿Qué pasa Hermana?” “Doctor yo la
veo muy mal, no ha parado todo el día de sudar y tener pesadillas” “Tú siempre
tan cobarde Juana” él la miro a la
Hermana a los ojos y ella le mantuvo la mirada” de usted, doctor” “si claro,
perdone”.
Después de auscultarla el doctor
se giró hacia sor Juana “es el proceso natural Hermana, ha perdido mucha sangre
y le han hecho una carnicería, nosotros no podemos hacer nada más, es ella la
que tiene que salir adelante, a su favor tiene que es muy joven””muchas gracias
doctor, perdone por molestarlo”” no pasa nada Juana” y salió a prisa de la
enfermería mientras la Hermana con cara de disgustada esbozaba una sonrisa.
Al siguiente día Magda por fin
abrió los ojos, sabia donde estaba porque el convento lo conocía pero no como había
llegado hasta allí, enseguida llamaron a sor Juana “¿como estas hija mía?”Nunca
le habían dicho “hija mía” se quedó pensativa pero no habló “¿te duele mucho?”
siguió sin contestar “¿Cómo te llamas?” en vista que no hablaba la Hermana les
dijo a las demás “dejémosla estar, está bajo un shock muy grande aún” y cuando
iban saliendo de la enfermería “Magda” sor Juana se volvió y le dio un abrazo,
no hija eso no es un nombre, tú te llamas Magdalena” dos lágrimas se deslizaron
rostro abajo porque nadie la había llamado por su nombre nunca y tampoco
conocía lo que era una caricia , un abrazo, en definitiva era la primera vez
que la trataban como a un ser humano.
Conforme pasaban los días Magda
se fue recuperando y comenzó a ayudar a las Hermanas en lo que ella podía, una
tarde el doctor vino a reconocerla y vio que estaba muy bien “ya puedes
continuar haciendo lo que hacías” Magda se dio la vuelta y salió “Hermana usted
sabe que hay que dar parte a las autoridades””¿porqué doctor? Ella está muy a
gusto aquí” “Hermana por Dios, usted no tiene derecho a engatusarla para que se
quede aquí, ella tiene su libertad para elegir, cosa que tú no tuviste” sor Juana
se quedo mirando por los cristales de la ventana con una mirada perdida “de
acuerdo, vamos a hacer una cosa, hasta que se reponga del todo se quedará aquí
con nosotras y después que ella elija ¿Le parece bien doctor?”Siempre te tienes
que salir con la tuya, pero el que decide cuando esté bien del todo seré
yo””muy bien doctor, pacto echo” él echó la mano a ella para confirmar el pacto
pero ella se limitó a hacer una reverencia y darse la media vuelta y salir.
Poco a poco Magda fue mejorando y
hablando cada vez más con las Hermanas, comenzó a aprender modales, a cultivar
el huerto que le encantaba, a saber lo que era una palabra amable, pero lo que
más le gustaba era cuando la llamaban, se hacia la sorda para oír varias veces Magdalena,
Magdalena, oír su nombre la hacía sentirse persona.
Por fin un día llegó el doctor
para reconocerla y vio que estaba ya perfectamente y llamo a la madre superiora
“sor Juana, Magdalena ya se encuentra bien, yo he cumplido mi parte del
pacto””entonces me toca cumplir a mi” llamó a Magda y cuando estaba delante de
los dos el doctor le preguntó”
Magdalena, tú ya estás bien, ya puedes irte cuando quieras” Magda salió
corriendo y se abrazo a sor Juana “yo no quiero irme de aquí, por favor no me
echen””pero tienes toda una vida por delante y hay fuera puedes encontrar lo
que quieras y ser libre””por favor, por favor no me echen”” ya ve doctor, a
veces lo que buscamos lo llevamos nosotros dentro y que hay muchas formas de libertad
“el doctor se dio la vuelta para irse pero antes se giró y le dijo a Sor Juana
“siempre te sales con la tuya” y se marchó.
Y así comenzó la vida Magda, en
el convento ya sin preocuparse porque la echaran.
Comenzó como Novicia Lega,
ocupándose del huerto y de abrir la puerta a quién llamara al convento, nunca
habló de su vida anterior al convento, su carácter cambió y se le veía feliz
haciendo sus quehaceres, si había que hacer alguna cosa ella siempre salía de
voluntaria.
Fueron pasando los años que a
Magda le pasaron volando y un día la superiora la llamó “Magdalena, ya ha
pasado el tiempo de su formación y noviciado, ha llegado la hora de que decida
qué es lo que quiere hacer, no hace falta que me lo diga ahora, tómese su
tiempo y reflexione bien porque es para toda la vida” “Hermana Superiora no
hace falta que espere a mañana, se lo digo ahora mismo, yo quiero entrar en la
congregación, por nada del mundo saldría de aquí” Sor Juana se le acercó y le
dio un beso en la mejilla “entonces tenemos que preparar la ceremonia” y juntas
salieron de la oficina de la superiora.
Un día la superiora le dijo que
ya estaba preparada para salir del convento para ayudar a la gente necesitada,
Sor Magdalena de la Cruz le dijo “lo que usted diga Sor Juana” “vas a ir
acompañando de momento a la hermana sor Angustias que tiene experiencia”.
Al otro día a las ocho de la
mañana salieron las dos hermanas del convento, carretera abajo hacia el pueblo
“¿Dónde vamos hermana?”” a un barrio pobre , hija, a nosotras nunca nos tocará
el centro de la ciudad” sor Magdalena conforme avanzaban iba reconociendo cada
vez más el terreno, cuando llegaron a la bifurcación y giraron hacia el barrio
las “Latas” comenzaron a temblarle las piernas y empezó a rezar en silencio
pidiéndole a Dios que no fueran a su antigua casa, pero lo predestinado, predestinado
está, se pararon justo en su antigua puerta, sor Angustias llamó y una voz
ronca se oyó despacito “pase” Sor angustias penetró pero sor Magdalena no lo hacía
“vamos hermana ¿a qué espera para entrar?”Cada paso que daba Sor Magdalena era
como si fuera caminando sobre fuego, llegaron a la entrada de algo parecido a
un dormitorio y sobre la cama había un anciano porque habló que si no se van
sin verlo, hacia un olor nauseabundo, el anciano tenía la cara amarilla de la
cirrosis, se incorporó un poco “ah, vienen dos” “si venimos dos porque aquí hay
mucha faena, comenzaremos por asear este cuarto que huele a pocilga”.
Cuando Sor Angustias salió al
patio a por un cubo de agua Sor Magdalena se le acerco más para ver si la reconocía,
el anciano la miró y giró la cabeza como de no reconocer a la persona que lo
estaba mirando “Hola padre” el anciano
la miró fijamente “¿padre?” “si padre soy magdalena la hija a la que tanto
maltrataste “no puede ser, si me dijeron las hermanas que habías muerto”” te
dijeron la verdad, había muerto para ti” el anciano se hundía cada vez más en
el colchón intentando esconderse “¿Y madre?” esa se fue hace años a su
pueblucho, todas me habéis abandonado” “ no padre, no te abandonemos es que tú
nunca nos has tenido como seres humanos y sabes una cosa, hay gente mala, como
tú, pero también hay muchísima gente buena de corazón, gente que trata a las
demás personas como humanos, padres que aman a sus hijos y madres que se
desviven por sus niñitos, afortunadamente el mundo no es como tú me querías
hacer ver, pero a lo largo de una vida siempre te encontraras más gente buena
que mala a la que puedes ayudar y ellos te ayudaran” diciendo esto sor
Magdalena salió a buscar el agua y cuando entraron las dos hermanas el anciano
estaba muerto con los ojos abiertos y una fotografía fuertemente agarrada con
la mano izquierda, Sor Magdalena tuvo que hacer mucha fuerza para arrancárselo
y cuando lo vio se persignó, se lo guardó y comenzó a llorar “hermana ¿de qué
es la foto?” la sacó y se la dio “es la única foto que nos hicimos los tres en
una feria y yo creía que estaba perdida” Sor Angustias se la devolvió dándole
un beso en la mejilla” guárdela al fin y al cabo eran sus padres” “ahora tendrá
que darle cuentas a Nuestro Señor”