En el 1974 hacia pocos
meses que nos habíamos mudado a vivir al piso nuevo, fuimos los primeros en
trasladarnos a vivir allí, aún no estaban ni los contadores de luz ni del agua
puestos, mi pobre padre tuvo que dar cuarenta mil pasos para acelerar los
permisos de todas esas cosas, porque no podíamos pagar la letra del banco y el
alquiler de donde estábamos.
A los pocos meses se
mudaron ya algunos vecinos, nosotros vivíamos en un quinto piso y en el cuarto
piso se pusieron a vivir una familia que había estado muchos años en Alemania,
como tantos españoles de emigrantes( de que hemos sido un pueblo de emigrantes
ya no nos acordamos los españoles) y en esa familia había una persona mayor,
una anciana, con ese aura que desprenden algunas personas de mirada dulce,
modales exquisitos y una voz que susurraba en vez de hablar, para mí son
personas con glamur, que se nace con él , que no se puede aprender.
Coincidí con ella
varias veces en el ascensor y un día me dice “tengo que hablar contigo” y yo le
dije que cuando quisiera.
A las dos semanas
subió un domingo a casa, yo como siempre estaba encerrado en mi cuarto leyendo,
después de hablar un rato con mi madre le dijo que si podía hablar conmigo a
solas, mi madre le dijo que claro “si está ahí encerrado en su cuarto como
siempre”.
La anciana comenzó a
hablar de cosas banales, hasta que me dijo “tú crees” y yo le dije: pues no lo tengo claro: “pues
precisamente tú tenias que tenerlo claro” “te voy a contar algo”.
Yo pertenezco a la
Iglesia Espiritista, es una confesión que creemos entre otras cosas en la
reencarnación del alma, que todo tiene en esta vida un porqué, lo bueno y lo
malo, porque en la otra vida nosotros mismos hemos elegido lo que queremos
padecer en la próxima reencarnación y algunas personas vienen ya con un Don
para hacer el bien y tú has venido a cumplir una misión que solamente lo podrás
averiguar tú.
Cuando se marchó se
lo conté a mi madre y ella me dijo “esa mujer está loca, ya no sube más a
casa”.
Ese episodio me dejó
muy impresionado, pero poco a poco lo fui olvidando, sobre todo porque vivíamos
una época muy convulsa en aquellos años.
Al principio de los
años noventa a mi madre los médicos la dieron por desahuciada porque no tenía
solución médica.
Nos hablaron de una
curandera de un pueblo llamado Catarroja, entonces decidimos en llevarla a ver
a esa mujer que tenía mucha fama, era muy curioso porque no cobraba y curaba
pasando los males del enfermo a ella, no sabía escribir ni leer y tenía un saco
con prospectos médicos, ella metía la mano en el saco y lo que sacaba se lo
daba al enfermo para que se lo tomara.
Después de
muchísimas horas de espera nos tocó a nosotros y entramos, era una habitación
pequeña oscura y con muchos santos (lo clásico de estas personas) por las
paredes.
Cuando estaba
tocándole el estomago a mi madre se giro y me dijo “esto tenias que saberlo tú”
yo me quede alucinado sin saber que contestar, terminó con mi madre y cuando
salíamos de la habitación me agarro del brazo y me susurro “cumple tú misión”
esto no se lo conté a nadie, porque ya era yo más mayor y ya sabía lo que se
puede decir y lo que no.
Me llevé muchos
meses pensando en todo eso, hasta que se me fue de la cabeza.
Hace dos años y
pico, cuando me abandonó mi pareja y tuve el primer infarto de miocardio.
Cuando me repuse un
poco, estaba moralmente hecho polvo y quizás debido a eso fue por lo que me
decidí ir a una vidente de Xativa.
Nada más verme
entrar me dijo “tú qué haces aquí””yo no te puedo ayudar, tú estás por encima
de mi” muy impresionado me di la vuelta y antes de salir me dijo “cumple tú
misión”
“para eso te han
dado una tercera oportunidad”.
Y ahora digo yo, que
la pregunta es fácil ¿Qué misión? Pero y la ¿respuesta?
Alcúdia de Crespins 9/6/2014
AMA