En una ciudad del
interior de la provincia de Valencia, hacía una tarde soleada, de las que hacen
por esta zona un mes de Marzo.
Los campos inundaban
de ese maravilloso olor a azahar toda la comarca, cuando dar un paseo por entre
los naranjos es una delicia porque ese olor te embriaga y mucha gente no sabe
apreciar (como tantas cosas simples) y si se lo comentas te dicen “este está
loco”.
A las afueras de la
ciudad hay una gasolinera y detrás de ella una habitación que los empleados no usaban
casi nunca porque dejaban allí cosas que ya no servían y tenía un camastro, una
nevera muy pequeñita, por supuesto
vacía, no es una gasolinera muy concurrida porque está en una curva y en
la salida hacia un pueblo pequeño.
Allí trabajaba un
hombre mayor y su hijo Carlos de veinte ocho años, un hombre fuerte y guapo,
pleno de salud, el hombre típico de la Ribera valenciana.
Carlos era soltero,
pero vivía solo en la parte de arriba del chalet que hizo su padre, era
extrovertido y se paraba a hablar con los pocos clientes que paraban a
repostar.
Un día se paró un
coche Mercedes último modelo y bajó una mujer guapa, joven y elegante, Carlos
la conoció enseguida, allí se conocían casi todos, era Patri la hija de Don
Anselmo el dueño de la fabrica más grande que había en el pueblo de textil,
hacia mucho que no la veía.
Ella se fue a
Inglaterra a estudiar y volvió al pueblo para casarse con el hijo del juez,
llevaba ya cuatro años casada, pero por supuesto no fue una boda por amor, más
bien por interés, porque medio término municipal era del juez.
El matrimonio era
como la calma que precede a la tormenta, ella siempre con su grupito de amigas
(por supuesto todas pijas) y él siempre en el despacho de su padre.
Era tan calmado el
matrimonio que hacía el amor de higos a brevas, cuando a él le apetecía, ella
no le decía nada porque él era un hombre enfermizo.
Patri comenzó a
pasar a menudo por la gasolinera y cada vez se paraba más a hablar con Carlos,
él se dio cuenta que ella estaba por él, porque se abría el escote más de la
cuenta, y él pensó en acostarse con ella pero se jugaba mucho si algo pasaba
mal.
Lo que sentían el
uno por el otro era cada vez más fuerte, hasta que un día le dijo ella “¿puedes
recogerme a las seis esta tarde, a la salida del pueblo?” “si claro “le
contesto él.
A la hora convenida
Carlos la recogió en el sitio donde quedaron” ¿Dónde vamos ¿” le preguntó él
“¿no tienes un cuarto detrás de la gasolinera? Se sonrió y enfilaron hacia la
gasolinera cuando llegaron Carlos entro por detrás de la gasolinera y ella
bajó, él fue a su padre y le dijo “como no puedo venir a por ti esta noche, te
traigo el coche y yo me voy ahora andando” “como quieras” le contesto el padre
y Carlos hizo como que se marchaba por detrás
pero entro al cuarto.
Hicieron el amor
como si el mundo se fuese a terminar al otro día, salvajemente, derrochando
placer por cada poro de su piel, cuando se quedaron dormidos agotados eran las
cinco de la mañana.
Al despertarse
continuaron con su copulación salvaje hasta que se hizo de noche, Carlos estaba
agotado y le dijo “bueno, tendremos que salir, se van a preocupar por nosotros”
y ella con la cabeza dijo que si, se vistieron y se dieron el último beso con
todas sus fuerzas y se marcharon andando al pueblo, antes de entrar se
separaron para que no los vieran juntos.
Patri entro a su
casa y enseguida su marido se le quedó mirando y le preguntó “de dónde vienes”
“de por ahí” contesto ella, él llamó a su padre mientras ella entraba en el
cuarto de baño, a los pocos minutos llegaron los padres de ella y el padre de
él.
Todos sentados en el
salón esperaron que Patri bajara, enseguida el juez le preguntó “ donde has
estado y con quién” “ con Carlos en la gasolinera” “ dos días encerrada con ese gañan en la
gasolinera” “ eres una puta “ saltó el padre de ella, “soy una mujer adulta y
puedo hacer lo que quiera” el juez levantándose del sillón le arengó “ pero tu
donde te crees que vives, esto es un pueblo, cuando la gente se entere serás
para toda la vida la puta del pueblo ¿tu estás loca? El mal ya está hecho,
ahora hay que buscar una solución para que no te traten de puta y nuestra reputación
no se vaya por los suelos y la gente se ría a nuestras espaldas”.
El padre de ella
dijo “ya está, diremos que te secuestro, hay que llamar a la Guardia Civil y
contárselo” “que le pasará a Carlos” preguntó ella “a ti que te importa lo que
le pase a ese muerto de hambre” ella se limitó a bajar la cabeza.
Carlos fue llevado
inmediatamente al calabozo y ella al día siguiente se marchó con su madre a
Madrid, donde tenían un familiar.
Patri volvió el día
del juicio y no lo vio a él porque pusieron una mampara, ella ratificó que fue
secuestrada y él solo soltó una lágrima.
Carlos pasó dos años
en la cárcel de Picasent y cuando salió no fue a su pueblo, directamente se
marcho a Valencia a agarrar el tren que le llevaría a Francia.
Jamás Carlos ha
vuelto por el pueblo, pero como todo lo que sucede en un pueblo, tarde ó
temprano se sabe la verdad, desde entonces a escondidas, Patri es llamada la
puta de la gasolinera.
A los nueve meses
Patri tuvo un hijo, con un parecido asombro con Carlos, para desgracia de todos
y para satisfacción de la familia de Carlos.
Esta historia está
basada en un hecho real, cada cual que la juzgue como quiera, yo no soy quién
para juzgar a nadie.
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