martes, 7 de octubre de 2014

APÓCRIFO



Eres mi noche

Y mi día

Eres mi vida

Así rezaba en una casa de campo abandonada y medio derruida en una curva de carretera desastrosa que paré para orinar, porque no me podía aguantar.

El letrero estaba a la entrada de la casa, que en sus mejores tiempos, debió de ser una buena casa de labranza, donde la gente prácticamente era autosuficiente. Me llamó la atención que no vi ninguna pintada ó dibujo obsceno, que tanto abundan en las casas abandonadas.

No sé porque algo me empujaba a escudriñar el interior de la casona, yo, que no soy precisamente muy valiente, pero algo dentro de mí me decía que entrase.

Por supuesto no habían ni puertas ni ventanas y de las paredes de lo que fueron habitaciones solo quedaban trozos.

Todo estaba repleto de cascotes y trozos de derribo, pero en una media pared que estaba antes de la escalera encontré otro letrero.

Bienvenida amiga

Soledad

Una vez más

Entonces sentí un escalofrió porque esa frase la recordaba vagamente y a la vez se comenzó a escuchar un repicar de una campana pequeña de las que se compran de recuerdo, en alguna villa marina.

Conforme subía la escalera con mucho cuidado porque estaba que se caía y el escalofrió iba en aumento, igual que el sonido de la campana, enfrente de la subida yo ya sabía que iba a encontrar otro letrero, y efectivamente, con estupor leí

Por muchas vidas

Que vivas

En todas estaré yo

La parte de arriba se conservaba algo mejor, al menos las paredes estaban completas, las piernas me temblaban pero comencé a explorar las habitaciones y conforme me acercaba a la última, que era la más grande, el sonido aumentaba.

Antes de entrar en el cuarto mi mente ya sabía que me encontraría otro letrero y además sabía lo que ponía. Cuando entré el sonido de la campana se apagó, porque en el cuarto no había ninguna campana, pero al girarme la cabeza vi el letrero con la palabra que efectivamente yo pensaba.

¿Estamos?

De repente el aire se me hizo irrespirable y salí corriendo, casi me despeño por la escalera, agarré el coche y salí a toda velocidad.

Jamás había pasado por esa carretera ni conocía esa casa, pero mientras conducía y lloraba, pensaba en las palabras escritas en las paredes, todas me las había dicho mi pareja antes de fallecer.

Por eso aunque soy agnóstico, siempre tengo esa duda del más allá ¿Por qué si no? ¿Qué explicación tiene?

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