Sentada en un banco
de madera de la estación del norte de Valencia, un bebe recién nacido entre sus
brazos y su maleta de cartón, permanecía impasible y ausente , estaba
recordando su vida, siempre a contracorriente, hasta que los altavoces de la estación
comenzaron a anunciar el tren que partía hacia Madrid vía Albacete claro,
entonces solo existía esa vía.
Maruja se abrochó el
abrigo raido que llevaba, cogió a su bebe y la maleta y se subió al tren, iba a
Toledo a que su marido conociera a su hijo recién nacido, corría el año 1937 en
plena guerra civil española, lo hacía para callar las habladurías del pueblo y
para que su marido conociera a su hijo por si pasaba algo malo.
A su llegada a
Toledo fue por todos sitios preguntando por Vicente, así se llamaba su marido,
hasta que pudo dar con él, estaba en el cuartel general del mando como
intendente de cocina, cuando la vio se quedo asombrado “tú qué haces aquí, estás
loca” “vengo a que conozcas a tu hijo”
Vicente le dio de
comer porque iba muerta de hambre y como él tenía de toda clase de alimentos “aquí
no os podéis quedar” “y que vamos a hacer” dijo Maruja “os voy a llevar a un
pueblecito muy cerca de aquí, se llama Argés, allí conozco una familia que te dará
una cama para ti y el chiquillo” y así transcurrieron varios meses hasta que se
corrió la voz de que los nacionales iban a cortar la carretera de Valencia y
Maruja no tuvo más remedio que volverse.
La verdadera razón
de que fuera a Toledo maruja es que no se fiaba de su marido porque cuando se junto
con él (en la república la gente no se casaba, se juntaban) ya tenía fama de
mujeriego en el pueblo y ella temía que se echara una novia allí.
Terminada la guerra
civil a él lo llevaron de penal en penal y ella iba como todas las mujeres a
preguntar cómo estaba su marido y donde estaba sobre todo.
Ella y su marido eran
y vivían en Onteniente un pueblo que está a 26 kilómetros de Xativa que es la
capital de todo ese rincón de la provincia de Valencia.
Cuando se lo
llevaron preso al monasterio de San Miguel de los Reyes en Valencia, ella tenía
que agarrar un autobús todos los martes que le llevaba de Onteniente a Xativa y luego otro hasta Valencia y
después caminar varios kilómetros cargada con la cesta de la comida porque el
monasterio esta a las afueras de Valencia. A los pocos meses lo trasladaron a
la Cartuja del Puig a 14 kilómetros de
Valencia y Maruja continuo haciendo lo mismo todos los martes.
A los tres años por
fin le hicieron un juicio y lo soltaron, Vicente llego a casa y saludó a Maruja
sin mucho entusiasmo, era un hombre muy tosco, bueno, era como tantos hombres
de aquellos años en España, republicanos que habían luchado por unos ideales,
que fueron derrotados y humillados después, que vivían con el miedo como
compañero de viaje, que no hablaba para que ningún vecino pudiera oír e ir a la
comisaria ó sobre todo a la guardia civil a delatar a cualquiera que tuviera
alguna deuda de lo que fuese con otra persona.
España vivía en el
horror y el miedo, Vicente se compró un camión a gasógeno y comenzó a rehacer
su vida , llevaba fruta de su pueblo a La Mancha donde la gente como no tenia
dineros se la cambiaba por pollos,
pavos, conejos que luego él revendía en Onteniente, era el único camión que había
en el pueblo, las relaciones en el matrimonio eran normales, dentro de lo que
cabe, Maruja lo amaba, lo había demostrado haciendo tantos sacrificios por él
pero Vicente nunca dejó de ser un pichabrava que decimos en mi pueblo, vamos
que tenía una novia en cada pueblo donde iba con el camión porque casi siempre
llevaba la misma ruta.
Maruja intentaba no
querer darse cuenta de esas cosas ni de las habladurías de la gente hasta que
un día la vecina de enfrente de su casa le dijo “quieres ver a tu marido con quien
está” y se fueron dos calles más abajo y se escondieron en un portal hasta que
efectivamente a los pocos minutos vieron salir a su marido de la casa de una
mujer viuda, Maruja se le acerco toda roja pero con el ánimo increíblemente
tranquilo y le dijo solamente “atente a las consecuencias” y se dio la media
vuelta para ir a su casa, desde entonces las relaciones fueron cada vez a peor,
ya discutían por cualquier cosa, él se burlaba de ella diciéndole “que vas a
hacer tu” lo que él no sabía es que Maruja ya tenía su venganza planeada.
Cada sábado por la
noche del año se juntaban en una casona propiedad de la iglesia, las fuerzas
vivas que se les llamaba, el alcalde, el boticario el sargento que mandaba en
el cuartelillo de la guardia civil y Vicente y por una puertecita que daba al
rio por la parte de detrás de la casona siempre entraba cuando se hacía de
noche una mujer que vivía en las afueras del pueblo, una pobre mujer mal
vestida pero con esa belleza interna que solo algunas pocas personas poseen, todo
el pueblo conocía esas “reuniones” pero nadie supo nunca con certeza lo que
allí dentro pasaba ni querían ni podían hablar por el terror en el que se
vivía.
Maruja que estaba al
tanto de esas reuniones aprovecho para llamar
a su cuñado Luis marido de su hermanastra que de siempre le había
gustado a ella, cuando llego Luis ella sacó todas sus armas de mujer para
seducirlo y a fe que lo consiguió, lo malo es que continuaron viéndose los
sábados por la noche y del sexo pasaron al amor y el amor te hace relajarte y
no estar atento y pasó que un sábado la mujer que acudía a la casona no fue y
la “reunión” se termino pronto, Vicente se presento en casa y los pilló a los
dos en la cama, entonces Vicente se fue directo al cuartel de la guardia civil
y presento una denuncia por adulterio, en aquellos años el adulterio era un
delito muy grave, estaba penado con años de cárcel. Maruja no quería dar el
espectáculo en el pueblo de que todos la vieran llevársela los civiles a la
cárcel, así que cogió un hatillo de ropa y comenzó a caminar antes de que
vinieran camino de Xativa que está a 14 kilómetros, todos se los hizo andando
por caminos de cabras por las montañas pero claro en el camino de entrada a
Xativa la estaba esperando la guardia civil, ella lo suponía y se la llevaron
presa, fue de las primeras si no la
primera mujer que se encarcelaba en España por el terrible delito de amar a
otro hombre que no fuera su marido.
Maruja fue una mujer
luchadora, no sabía leer ni escribir y no tenía ideas políticas pero lo que si tenía
claro de siempre es que por ser mujer no tenía que ser inferior a ningún hombre.
Vicente fue a los
dos días a sacar a Maruja de la cárcel porque para él era también una afrenta
que todo el mundo supiese en el pueblo que su mujer estaba en la cárcel por
adultera.
En el regreso a
Onteniente subidos en el camión de él no se dijeron ni una sola palabra, ni se
miraron si quiera.
Esto ocurrió en el
año de 1947 su hijo ya tenía diez años y siempre estaba metido en la iglesia
con el cura porque le gustaba mucho la iglesia, quería ser sacerdote de mayor,
eso hacía que Vicente lo odiara porque también odiaba a la iglesia ya que por
culpa del cura cuando termino la guerra
a él lo metieron preso como antes he contado aparte de por ser rojo
porque dijo el cura que él había sido el que había destrozado los santos de la
iglesia y Vicente sabia que él no había sido pero se lo hicieron pagar.
A Borja, su padre le
pegaba por cualquier cosa, si llegaba tarde por estar en misa, si decía al
comer que no le gustaba la comida y si su padre venia por la noches un poco
bebido lo primero que hacia Maruja era decirle a su hijo “Borja, arriba a tu
cuarto que ya llega tu padre” después
ella se subía la cena sin que Vicente lo supiese, la situación familiar era insoportable
hasta que un día, Vicente que venía de un pueblo de Sevilla se trajo a casa a
la querida que tenía allí, la presento como la hija del jefe al que le
trabajaba en ese pueblo, pero Maruja aunque era analfabeta no tenía ni un pelo
de tonta y se planto delante d él y le dijo “ ó te la llevas de aquí ó agarro a
mi hijo y nos vamos” como Vicente vio con la determinación que se lo dijo
además que ya la conocía, se llevo a la chica ó mejor dicho a la mujer a la
pensión del pueblo, hasta que a los dos días se la volvió a bajar para Sevilla.
A Vicente le iba muy
bien con el camión, había vendido el viejo y se compro uno casi nuevo y
entonces podía hacer más viajes en los cuales se llevaba a Borja porque ya tenía
catorce años y decía que tenía que trabajar, le hacía pasar toda clase de
barbaridades, como en pleno invierno dejarlo en el camión mientras el pasaba la
noche en una posada del camino y cosas por el estilo , todo para que no le
contara nada a su madre .hasta que Borja cumplió los quince años y le dijo a su
madre que él quería meterse en un seminario para ser cura, a Maruja no le
disgustaba la idea porque aparte de ser creyente a su manera así alejaría a su
hijo de su padre y ella tendría algo más de paz.
Cuando Maruja se lo
conto a su marido que el chiquillo se quería meter en un seminario, Vicente
estalló de ira, la discusión fue terrible, los gritos se oyeron por todo el
pueblo y fue tajante “este no se mete a
cura porque no me sale de los huevos”.
Maruja como buena
mujer inteligente sabia que en esos momentos no se podía hacer nada, pero como
mujer supo poco a poco de convencerlo para que Borja fuese al seminario.
Como Vicente se iba
largas temporadas con el camión y Borja estaba en el seminario, ella estaba
pasando unos meses muy tranquilos, menos cuando él regresaba con el camión y la
pelea estaba servida porque como se emborrachaba le contaba a ella lo que hacía
por esos pueblos y las novias que tenia, en el fondo a Maruja le daba igual ya
que hacía tiempo que dejó de quererlo y hacia meses y meses que no hacían uso
del matrimonio. Así transcurrió un año hasta que del seminario mandaron llamar
a Maruja y Vicente, cuando llegaron allí el prior de los frailes les recibió
para contarle que estaban muy contentos con su hijo y que Borja tenía vocación
de sacerdote y que para ello tenían que contribuir ellos económicamente.
Vicente al oír eso
se levanto de la silla y dijo “vámonos, donde está el chiquillo” “traiga a
Borja que nosotros no podemos dar dinero” el prior se percato de lo rudo que
era y no osó discutir
con él, con gran
disgusto Borja volvió con sus padres al pueblo.
La situación
familiar empeoró ya que las discusiones eran constantes cuando estaban todos en
casa y si Vicente se llevaba a Borja en el camión quería presentarle a sus
queridas y hacer de él un hombre según pensaba él, luego Borja se lo contaba
todo a su madre y ya estaba la pelea segura, hasta que un día que Borja no fue
con su padre se presento Vicente tres días después con una señora en casa otra vez.
Maruja no se lo pensó dos veces le dijo a su marido
“nos vamos” “no
intentes seguirnos que te corto los huevos” Vicente se acobardó al ver la forma
en que Maruja se lo dijo y no hizo nada, así que cogieron el autobús para
Carcagente, un pueblo de la ribera valenciana donde ella tenía una amiga y se instalaron
en el piso de enfrente de donde vivía su amiga.
Era el tiempo de la recogida
de la naranja así que Maruja se puso enseguida a trabajar en un almacén de
naranjas y Borja de repartidor de bebidas y hielo por las casas.
En el almacén
trabajaban como esclavas de sol a sol y Maruja vio que eso era inhumano y como
no podía con las injusticias, reunió a todas las mujeres del almacén y les dijo que así no
podían seguir que tenían que tener sus derechos, como una hora para comer y
poder ir al baño cuando lo necesitaran, todas estaban de acuerdo pero ninguna
tenía valor para ir cara al encargado y planteárselo así que no tuvo más
remedio que ser ella la que fuera, increíblemente el encargado acepto las
demandas pero Maruja pensaba, que seguro la echarían pero no fue así, continuo
trabajando y al día siguiente pasó por su lado el jefe y le susurro “así me
gustan a mí las mujeres, valientes” ella le sonrió.
Vicente se presento
en varias ocasiones en casa de ella para rogarle que volviera pero ella siempre
le decía lo mismo “jamás volveré contigo, la dueña de mi vida soy yo”
La amiga de Maruja
que vivía enfrente tuvo un accidente de coche con su marido y murió dejando
tres niñas pequeñas, entonces Maruja se hizo cargo de ellas y estaba todo el
tiempo en esa casa con las niñas y el marido de su amiga y sucedió que a ella
le gusto ese hombre y comenzaron a vivir juntos.
Borja que ya tenía
los dieciocho años recién cumplidos fue llamado a filas al ejercito lo que se
llamaba la mili y fue destinado a un pueblo del norte de Valencia, le asignaron
ser chofer del capitán , y se pasaba más tiempo en casa del capitán que en el
cuartel, entonces la mili duraba dos años y por lo menos una vez al mes Borja
iba a ver a su madre, no le gustaba el hombre con el que se había juntado pero
como eso era lo que ella quería no le dijo nada y así transcurrieron los dos
años y Borja volvió a su casa con su madre en Carcagente.
Borja no estaba a
gusto en casa de su madre con el fulano ese, y aprovecho que su pandilla de
amigos se iban a Suiza, era el final de la década de los cincuenta, cuando le
dijo a su madre que se marchaba al extranjero a ella no le gustó pero
comprendió que él tenía que hacer su vida. Maruja continuó con Pepe (así se
llamaba el fulano) pero ya, las relaciones no eran las mismas porque descubrió
que este también la engañaba con otra mujer.
Un día se plantó
ante él y le dijo “ me voy con mi hijo a Suiza” “ tú no puedes dejarme ¿Qué voy
a hacer yo con las chiquillas solo” “ a ver pensado eso antes con la cabeza de
arriba y no con la de abajo” él levanto la mano para darle un guantazo a ella
pero ella se cruzó delante de él y le dijo “ “ si se te ocurre pegarme, que
sepas que cuando estés durmiendo te corto los huevos” él bajó la mano y salió
de la casa.
A los dos días
Maruja agarró el autobús hacia Ginebra, donde estaba viviendo su hijo.
Mientras iba en el
autobús Maruja repasó toda su vida, no se arrepentía de nada, porque siempre
había tomado las decisiones con el corazón.
Borja estaba en el almacén
trabajando cuando le llevaron un telegrama de España, se extraño mucho y lo abrió
tembloroso, comenzando a leer “Señor Borja Roig, lamentamos comunicarle que su
madre es una de las víctimas del accidente de autobús ocurrido en Amposta, rogamos su pronta presencia etc., etc.,
etc.”.
Dos lágrimas rodaron
por su rostro en honor de su madre y de la persona más luchadora que había
conocido “Adéu mare”.
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