Echo de menos,
el roce de tus manos
por mi espalda
el beso dormido,
en la noche, cuando
te despiertas.
Echo de menos,
pasear tú valle, sin
miradas juzgadoras
libres como lobos
salvajes, desnudando
a prisa tus caderas.
Echo de menos,
todo lo que nunca
tendré, porque no te veré
en esta vieja vida,
a la que siempre
llego tarde, pero te beberé.
Echo de menos,
la luz de tus ojos,
la sonrisa que nunca besaré
como agua a los ríos
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