Gracias, por estar
siempre a mi lado
a las malas y a las
buenas del pasado,
por comprenderme sin
explicaciones.
Gracias, por
enseñarme lo que es amar
y pedir nada, con tu
mirada a desarmar,
las barreras que mi
sociedad me impone.
Gracias, por no
quemar mis viejas naves
ni en los peores
momentos, de entonces,
aun dejándome la
puerta siempre abierta.
Gracias, por tratarme
como a uno más
sin importarte
religión, ni mi sociedad,
aves que muy después,
nos separarían.
Gracias, por
comprender mi cobardía
y aguantar todas mis
tristes mentiras,
por meterme en un
pozo de agua fría.
Gracias, porque pase
lo que pase, ya
estarás toda mi vida,
cosida a mi alma,
aunque tan solo lo
sabremos tú y yo.
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