Te
miro
Me
pellizcas, para asegurarte
Que
soy de carne y hueso para amarte.
Me
tocas
Soy
bálsamo para tú alma
Quien
calma todo tú fuego de tú ansia.
Te
observo
Tú
cara de incredulidad sana
Esa
boca, que alaga toda mi sexualidad.
Te
encuentro
Donde
el sol se avergüenza
Y
la luna reina sobre la pobre esperanza.
Me
hayas
Donde
la añoranza añora
Con
la vieja soledad como dueña y señora.
Te
cruzo
Por
los montes del olvido
Donde
tan solo va, el hombre mal herido.
Nuestro
amor
Como río que invade la mar
Igual
que esa flor que crece en la montaña.
Somos
Dos
seres heridos de amor
Que
ya no tienen causa alguna, ni perdón.
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