Los
jilgueros no volverán
a
cantar,
detrás
del cristal de la ventana
de
el amor.
Ya
no habrá más amaneceres
repletos
de besos,
ni
despertares susurrados
al
oído.
La
escarcha del olvido
se
ha instalado,
en
nuestras vidas
de
repente.
Nuestro
destino era conocernos
amarnos,
crear
sueños de la nada
pero
no, vivir juntos.
Un
adiós sin pronunciarlo
el
perdón en silencio
maldito,
una
mirada que evito
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