Agarra su mano con cariño, plena de arrugas de tanto trabajar,
y comienza a contarle el viaje
de su hija, pero ella no está allí, está en su pueblo, lo
mira fijamente y le dice “tu quien eres”
una lágrima resbala por su cuarteada cara “tu marido,
cariño” mirándola a los ojos.
“ Yo no tengo marido” “soy demasiado joven todavía” dijo
ella.
Él comenzó a recordar todo lo que los dos habían hablado
cuando llegara este momento.
Hoy hacia cincuenta
años que se casaron, en su pueblo perdido de la profunda Andalucía
ni ella había conocido otro hombre ni él otra mujer, fueron
cincuenta años de padecer
penurias pero también llenos de amor y complicidad.
Era domingo por la tarde, la residencia estaba tranquila, porque
muchos estaban con sus
familiares. Él sacó dos copas de champan, que tenia
escondidas y una botella que
introdujo en la residencia dentro de su mochila.
Destapó la botella y el ruido hizo que los dos sonrieran,
lleno a la mitad las copas y metió
sus anillos de boda en cada copa, después, él sacó un
papelito con una sustancia que le dio
su amigo químico y vertió un poco en cada copa, le dio a
beber a ella brindando antes “por
nuestro amor” acto seguido se echó en la cama junto a ella,
entrecruzo su mano con la de
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