No busquéis culpables
Para esta herida
mortal
Que desangra mis
débiles venas
La zafia de no
valorarte
Es la osadía del
ignorante
De no apreciar tus
caricias en mi mente
Mi lucha no es con la
vida
Si no, contra mi
cabeza misma
Perdí todo, hasta mi poco
carisma
No busquéis culpables
A este desgarro de mi
alma
Porque no sabéis lo
que encontrareis
Voy diluyendo mis
recuerdos
Sobre todo los de los
últimos
Tiempos, los de la
niñez están claros
María le dijo: no hay
culpables
Cariño, solo olvidos
malditos y tristes
Pero para eso estoy
yo, para recordárteles
La anciana removió el
brasero
Se sentó junto a su
triste camastro
Y comenzó a repasar
todo su pasado
Al día siguiente los
periódicos
Anunciaban la muerte
de dos ancianos
María, no quiso por
nada del mundo, dejárselo
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