No abras la ventana
Puede ser, un día
maravilloso
Vuelve otra vez a la
cama
Aun me quedan partes
de mi cuerpo
Esperando el sabroso
sabor de tu boca
Mientras, yo escalo
el monte del amor
Carne de nuestra
carne ardiente
Arderemos en una foguera
de deseos
Donde no dejaremos a
nadie reconocerte
Nadie tiene derecho a
juzgarnos
Porque el amor no se
juzga, se disfruta
Como esos, tus
voluptuosos senos
Y el maldito
enfermero empeñado
En que me alce y deje
de soñar
Aunque en la sala,
nadie esperando
Como borregos ante su
pastor, vamos
En fila, tomando las
pastillas “atontederas”
Para no darles
problemas a los enfermeros
¡! Malditas
pastillas!! Que confunden mis sueños
Y los llenan de
monstruos deformes
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